El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inscribió esta semana su candidatura a la reelección para los comicios del 4 de febrero de 2024, con arrolladora popularidad por su ofensiva contra las pandillas, pero cuestionado por su concentración de poder y la legalidad de su postulación.
Bajo fuerte seguridad, Bukele, junto con su compañero de fórmula, el vicepresidente Félix Ulloa, acudió al Tribunal Supremo Electoral (TSE), en el oeste de San Salvador, donde decenas de seguidores coreaban “¡Nayib!” y “¡reelección!”.
“Estamos cambiando la imagen de El Salvador, y hemos cambiado de ser el país más inseguro del mundo al país más seguro del continente”, dijo Bukele a sus seguidores.
Reconoció que en el país “falta mejorar más la salud, falta mejorar más la educación, falta generar más empleos, falta construir más infraestructura, y todo eso lo vamos a hacer en los próximos cinco años”.
Millennial de 42 años, Bukele, hábil con las redes sociales, es el presidente más popular de América Latina con el respaldo del 90% de los salvadoreños, según una encuesta publicada en julio por la ONG Latinobarómetro 2023.
Ese abrumador apoyo radica en su plan de seguridad el cual llevó calma a comunidades aterrorizadas por las pandillas, pero a costa, según grupos humanitarios, de derechos limitados por el régimen de excepción que rige en el país desde marzo de 2022, por el que han sido arrestados más de 70 mil sospechosos de ser pandilleros.
Su popularidad hace ver, por ahora, que no tendrá rival. Según un sondeo de la Universidad Francisco Gavidia, Bukele tenía en agosto 68,4% de intención de voto, lejos del 4,3% del candidato de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y del 2,8% del izquierdista Frente Farabundo Martí (FMLN).
En un país donde la reelección estaba prohibida, opositores, abogados y analistas consideran que su postulación es inconstitucional, habilitada por magistrados que nombró un Congreso que domina Bukele.
La cárcel más grande de América
Este mes, el CECOT, la famosa cárcel que construyo Nayib Bukele en El Salvador, abrió por primera vez sus puertas a los periodistas para que puedan contar la vida dentro de uno de los penales más duros del mundo.
A 74 kilómetros de San Salvador se levanta una muralla de 11 metros de altura y 2,1 kilómetros de extensión. El penal no tiene señal telefónica y hay una sola ruta para entrar y salir. La cámaras de vigilancia la monitorean las 24 horas los 7 días de la semana.
Las reglas son claras y estrictas. Dentro de la cárcel. a los presos no se les permite hablar sin autorización y tampoco tienen actividades recreativas.
Como pudieron constatar los periodistas. las celdas de castigo son oscuras y no tienen nada en su interior. Tampoco está permitida la visita de familiares.
Denuncias de las ONGs
El arresto de civiles, como la cantidad de prisioneros (cerca del 90%) que esperan sentencia firme en esas condiciones, fueron señaladas por organizaciones de derechos humanos que denuncian violaciones al debido proceso.
El centro penitenciario alberga miembros de pandilla MS13 y la pandilla 18. Tiene capacidad para alojar a 40 mil presos, aunque por el momento hay unos 12 mil.
Todas las mañanas los presos son sometidos a rutinas para que mantengan el orden. La revisión de celdas, de los candados y los barrotes son parte del control diario.
Los presos, con dos comidas diarias, no tienen ningún contacto con el exterior. Solo salen de sus celdas para las audiencias con los tribunales, que se hacen por videoconferencia desde un salón interno.
