Noemi Alán sedujo a generaciones, sin dudas nos hizo reír y hasta nos enamoró. En los últimos años fue noticia no por lo artístico, sino por el infierno que le tocó vivir cuando entró en el mundo de las drogas y el alcohol, un combo que le generó una profunda depresión. Hoy, se muestra sana y salva, pero admite que la lucha “no es fácil, pero que se puede salir y estar bien”.
A punto de cumplir 63 años, el próximo 25 de junio, la Tana volvió al teatro. Hace unos días fue convocada por la producción del espectáculo Cobra K para hacer un sketch, lo que significó su debut en la revista luego de haber participado en innumerables comedias, tiras televisivas y una decena de películas junto a Juan Carlos Calabró, Tristán, Alberto Olmedo y Tato Bores, entre tantos otros artistas que dejaron su marca en el espectáculo nacional.
Su fama de femme fatale nació en los años ‘80 cuando sus intervenciones en el ciclo Hiperhumor del famoso trío uruguayo conformado por Ricardo Espalter, Enrique Almada, Eduardo D’Angelo, permitían disfrutar a Noemí en todo su esplendor como comediante. La actriz hacía una suerte de ingenuo striptease prometiendo, luego de liberarse de cada prenda y mirando a cámara, que “para la tanguita, van a tener que esperar hasta la próxima semanita”.
¿Volviste al trabajo?
Así es, Lo que pasó es que Gladys Florimonte tenía pactado un viaje a México y entonces me llamaron para que la reemplazara en la obra Cobra K, que encabeza Nito Artaza en la calle Corrientes.
¿Hacía mucho que no hacías teatro?
Lo último que hice fue Extinguidas hace unos años de la mano de José María Muscari.
¿Cómo estás hoy?
Estoy muy tranquila y zafando del coronavirus. Tengo todas las vacunas y me cuidé mucho porque soy diabética y fumadora. Durante el aislamiento, salía muy temprano para hacer las compras y evitaba cruzarme con mucha gente.
¿Dónde estás viviendo?
En Plátanos, partido de Berazategui, desde el año 2000. Vivo con mis dos hijos y sus respectivas parejas. En el mismo terreno, pero en lugares separados. Solo compartimos la cocina que es enorme.
¿Cuál es hoy tu actividad?
Hace un par de años criaba perros, pero lo dejé. Vivo de la jubilación y hago muchas manualidades que empecé a hacerlas cuando iba a terapia por la depresión. Lo hago para entretenerme, a veces las regalos y otras las vendo. En este momento estoy haciendo ponchitos para mascotas.
¿Cómo ves la adaptación del humor en la actualidad?
Es obvio que hoy no se puede hacer el humor o los sketchs que se hacían en mi época por el tema del feminismo. Pero una cosa es lo picaresco y otra cosa es lo burdo. Había mucho de picardía en esa época. Cuando yo hacía lo de la tanguita, que me quedaba en bikini, no era algo burdo.
¿Por qué no quedan capocómicos trabajando?
Hoy no hay un programa donde pueda llegar a surgir un cómico. Ahora está de moda el stand up y solo algunos me gustan, no es mi humor predilecto. A mí me gustaban los programas como Hiperhumor o Matrimonios y algo más. …
¿Sos de verte cuando pasan algún programa o película en las que trabajaste?
La verdad que no. Yo no me veo, pero siempre me comentan que me ven. El otro día fui a SAGAI para averiguar si tenía dinero depositado por esas repeticiones y solo había depositados 4 mil pesos, igual esos manguitos vienen bien.
¿Qué opinión te merece desde lo que viviste vos con las adicciones a lo que le está pasando con Chano y Felipe Pettinato?
No es fácil. En mi caso, a la cocaína la dejé antes de quedar embarazada, hace 34 años. Lo que me ayudó es que quería tener una familia y tener hijos. Era una meta muy fuerte para ayudarme en mi desintoxicación, lo logré y no caí nunca más. Me parece que estos chicos estuvieron con un grupo de gente negativa.
¿Tuviste una recaída, pero en el alcohol?
Después caí en el alcohol que se mezclaba con la depresión. Hace dos años estoy en tratamiento más que nada por la depresión porque el tema del alcohol lo tengo superado, gracias a Dios.
¿Cómo se sale?
El estar solo y no buscar ayuda es un gran error. Solo es muy difícil. Tenés que abrirte de todo lo tóxico. Si seguís metido en ese mundo, la gente que lo comparte no quiere que salgas y quiere que te quedes metido en la mierda junto con ellos. Entonces, es muy difícil y hay que tener mucha fuerza de voluntad.
¿A vos te enojaba cuando tu entorno te quería internar?
Yo me interné por decisión propia. Una noche estaba pensando en cosas feas, como quitarme la vida, y la llame a mi hija y le dije ‘llamemos a Emergencias porque me quiero internar’. Era una situación que ya me provocaba mucho miedo.
¿Cómo sigue el tratamiento?
Todos los días por zoom tengo dos horas de actividades y tres veces por semana tengo terapia de grupo. Hoy me siento bárbara, pero no por eso dejó de hacer estas cosas. No es fácil y tampoco es imposible. Me duermo temprano y me despierto temprano.